Tras una breve estancia en Urología -donde se me ha intervenido quirúrgicamente- acabo de abandonar el hospital. La experiencia que allí he vivido me obliga en conciencia, a darla a conocer a la opinión pública. Me gustaría hacerlo de modo conciso y, a la vez, inteligible.
Mi larga trayectoria en el mundo sanitario y empresarial me ha brindado la oportunidad de conocer los mejores hospitales de España y de gran parte del mundo occidental y me atrevo a afirmar desde una profunda objetividad que ninguno de ellos supera- en una valoración global- al Reina Sofía.
Tengo que confesar sinceramente que unos pocos días han bastado para que se derrumbara una de las ideas claves de mis pocas -pero considero que sólidas- convicciones más profundas. Nunca creí en la gestión pública de nada, pero menos de la sanidad. Hoy estoy convencido de lo contrario; lo que, en definitiva refuerza otra de mis convicciones: cuando existen personas y líderes cualificados, lo de menos es la titularidad de la institución.
Confieso también algo tan inaudito como la satisfacción que me produce haber contribuido con mis impuestos -este año muy cuantiosos por circunstancias personales- en esta parcela vital del estado del Bienestar dentro de la Región en la que nací y a cuyo progreso y desarrollo he pretendido dedicar mis mejores esfuerzos.
Francisco José Vicente Ortega
miércoles, 25 de julio de 2007
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